En el susurro del río, se oyen secretos de antaño, fluyen cantos divinos, coreando sueños lejanos.

Las hojas caen, danzan suaves, con un toque de nostalgia, ejercen de suaves orlas al paisaje que se extiende.

He recorrido valles y montes, la luna como fiel testiga, las estrellas me alentaron con su luz brillante y viva.

En cada paso, el aliento, me conecta con el todo, con la esencia de la vida, con el amor que va en rotos.

Así celebro tu presencia, majestad del universo; la naturaleza es poema, y en su arte, yo me encuentro.

  • Manuel José Quintana